Al fallecer mi tío cercano a quien quería mucho y entre las muchas conversaciones que se dieron en la velación, la principal inquietud era conocer cómo murió. Coincidieron varias personas al mencionar que había tenido la muerte del justo, al referirse sobre su manera de morir en paz, sin sufrimiento y de forma rápida.
Por no ser muy conocedora del tema, investigué y encontré en la Biblia las siguientes citas en el Antiguo Testamento: “Las almas de los justos están en manos de Dios, y el tormento no los alcanzará”. “A los ojos de los necios parecen haber muerto (…); pero ellos gozan de paz” (Sabiduría 3, 1-3).
Por más información que tengamos, gracias a la tecnología de hoy en día, no podremos encontrar nunca un dato exacto del cómo y el cuándo va a darse nuestra muerte. Aún sigue siendo todo un enigma, no sabemos cuándo y cómo moriremos.
Nuestra muerte, este momento inevitable que nos muestra la fragilidad de la vida y que, a través de transitar la incertidumbre, llega de forma inesperada o, en algunos casos, esperada, cuando hay algún diagnóstico médico que nos da una aproximación de lo que viene.
Posiblemente, en algún momento de nuestra vida hayamos elaborado el mapa de los sueños, el proyecto de vida o el Ikigai y, sin miedo a equivocarme, creo que el cómo y el cuándo de nuestra muerte no ha sido un punto a pensar y establecer. Insistiré siempre que nos falta educarnos más en el tema de la muerte, que podría ser una asignatura obligatoria desde primaria, pues es lo único seguro que nos ocurrirá algún día. Esto le daría un mayor valor a nuestra consciencia de vida. Ya que nacimos, nuestra prioridad será vivir con intensidad cada día, pues puede ser el último.
Ver la muerte de cerca, nos hace necesariamente conectarnos con la vida, la sentimos, la valoramos, la contemplamos, la cuidamos y nos conectamos más con los que nos rodean.
Mi invitación de hoy es a PARAR y revisar tu proyecto de vida:
- ¿Qué cambios quieres hacer?
- ¿Estás viviendo en coherencia con lo que tu corazón desea?
- ¿Qué sueño tienes por cumplir?
- ¿Qué has aplazado por mucho tiempo?
- ¿Qué es lo realmente importante en tu vida?
- ¿Qué abrazos y besos están pendientes por dar?
- ¿Te estás cuidando?
- ¿Te estás amando?
- ¿Te das lo que necesitas?
Mientras estés con vida, tienes la oportunidad de hacer todo lo posible para lograr lo que deseas, vive y disfruta cada amanecer, cada atardecer y cada anochecer. La vida es un suspiro y, por ello, la debemos aprovechar al máximo. Solo tú eres quien hace posible alcanzar lo que sueñas, CREER ES CREAR.
Solo tú eres quien conoce lo que realmente importa en tu vida y, si aún no lo sabes a ciencia cierta, arriésgate, descúbrelo y lógralo. ¡Manos a la obra!
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* Esta reflexión fue publicada inicialmente en el Blog de Cuando el duelo pregunta en donde suelo compartir otros escritos.
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